Reflexiones sobre los mapas
Recuerdo pasar muchas clases aburridas mirando mi atlas de geografía o historia debajo del pupitre, fascinado por la indescriptible belleza de los mapas y la invitación a descubrir tierras lejanas, tanto en términos de distancia como de tiempo. No puedo precisar el momento exacto en que me di cuenta de que me encantaban los mapas. Supongo que siempre fue así. O al menos desde que los entendí. Incluso con unos diez años, podía pasar media hora mirando el mapa político de Europa que estaba en un pasillo de casa, a veces olvidando adónde iba. Y en cuanto al atlas de historia y geografía... mi madre decía que tendría que dárselos a mi hermano pequeño cuando me graduara. Pues bien, eso no pasó. ¿Regalar los libros con los mapas? ¡Ni hablar!
Tomemos como ejemplo mi Mapa Mundial de Cuencas Fluviales . Aunque no creo que sea el más bonito de mis mapas de ríos (prefiero el de Estados Unidos), lo considero la joya de la corona de la colección. Me llevó meses y superar muchos obstáculos crearlo. Exportar la imagen final me llevó un día y medio. En casa, todos estábamos con los dedos cruzados para que el portátil no se incendiara al exportar millones de líneas, o para que no hubiera ningún error grave y pudiera volver a empezar. :) Creo que este mapa nos ofrece una perspectiva diferente, y diferente a la que solemos ver en mapas divididos por países, con muchas más líneas rectas de las que nos resultan cómodas. Ojalá hubiera tenido este mapa de pequeño. Sinceramente, creo que el futuro sería más prometedor con más mapas coloridos y artísticos. Y espero de verdad poder contribuir a ello con mi trabajo.

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